miércoles, 8 de agosto de 2007

PORTADA



Selección de textos preparada por
Amador García-Bañón y Antonio Balsera


© Amador García-Bañón y Antonio Balsera Realización Técnica: Carmela Pérez

Cubierta: Virgen del Monaita, óleo de Armando Pareja

Con licencia eclesiástica

ISBN 84-605-3798-6 Depósito legal GR-760-1995

Impreso en T.G. ARTE Juberías & Cía., S.L. 18200 - MARACENA (Granada)

ÍNDICE

PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN


I. ORACIÓN

Oraciones vocales

Por la señal de la Santa Cruz
Padrenuestro
Avemaría
Gloria
Señor mío Jesucristo
Oración al Espíritu Santo
Salve
Acordaos
¡Oh Señora mía!
Bendita sea tu pureza
Ángelus
Regina Coeli
Santo Rosario
Ángel de mi guarda
Bendición de la mesa
Acción de gracias después de comer
Bendición de viaje
Jaculatorias

Meditación

Al comienzo de la meditación
Al término de la meditación

II. PARTICIPACION EN LA EUCARISTÍA

Oraciones para antes de la Misa

Oración a San José
Comunión espiritual

Respuestas a la Santa Misa

Ritos iniciales
Liturgia de la Palabra
Liturgia eucarística
Rito de la Comunión
Rito de conclusión,

Oraciones para la acción de gracias de la
Comunión


Adoro te devote Exposición con el Santísimo
Alma de Cristo
A Jesús crucificado Pange lingua 60
Oración a San Miguel Tantum ergo 61
Ofrecimiento de sí mismo

Cantos para la Misa

Cantos para el Ofertorio

1. Un niño se te acercó
2. Pan y vino de amor
3. El vino y el pan
4. Te ofrecemos el vino y el pan
5. Señor, te ofrecemos

Cantos para la Comunión

1. Cerca de Ti
2. Jesús amoroso
3. Oh buen Jesús
4. Cantemos al amor de los amores
5. Pescador de hombres

Cantos para la salida

1. La Misa no termina aquí
2. Hoy, Señor, te damos gracias
3. Si vienes conmigo
4. Demos gracias
5. Hoy te quiero cantar

Exposición con el Santísimo

Pange lingua
Tantum ergo
Laudate Dominum

Primera Comunión

Renovación de las promesas del Bautismo
Oración de los fieles
Acción de gracias después de comulgar
Acción de gracias de un padre

Confirmación

Renovación de las promesas del Bautismo
Oración de los fieles
Rito del sacramento de la Confirmación

Misa de despedida del último curso

Oración a los fieles
Oración a la Virgen

III. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

Breve rito de la Confesión
Examen para la primera Confesión
Examen para estudiantes de EGB
Examen para estudiantes de BUP y COU


IV DOCTRINA CRISTIANA

Primera Comunión

Otros cursos

EPILOGO

PRÓLOGO

Se cumplen doce años de la primera visita de Juan Pablo II a España ¿Por qué eligió nuestra ciu­dad para hablar de la Catequesis? Dejemos que él mismo nos lo explique.

Un marco estupendo para este encuentro nos lo ofrece la bella ciudad de Granada, una de las joyas artísticas de España, que evoca aconte­cimientos trascendentales en la historia de la nación y de su unidad.

Conozco la antiquísima tradición de la fe cristiana de estas Iglesias, el testimonio admira­ble de vuestros mártires, la vitalidad reflejada ya en el Concilio de Elvira, en los albores del siglo IV. Aquella fe, recibida en los primeros tiempos del cristianismo, sigue arraigada en la vida personal y familiar y en la religiosidad popular de vuestras gentes, expresada sobre todo en la devoción a los misterios de la Pasión del Señor, de la Eucaristia y en el amor filial a la Virgen María.

Para ayudar a mantener y fortificar esa fe, estas tierras han tenido la fortuna de disponer de ejemplares educadores cristianos. Entre ellos, fray Hernando de Talavera, el célebre arzobispo catequista que tan bien supo exponer los misterios cristianos a judíos y musulmanes. Y en tiempos recientes habéis dado a la educación en la fe maestros de gran talla, como el obispo de Málaga, don Manuel González; el estu­pendo pedagogo don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas y Seminarios de Maestros del Ave María, y el insigne padre Poveda, fundador de la benemérita Institución Teresiana.

Al hablaros desde Granada, dentro de este acto dedicado a la educación en la fe, el Papa quiere deciros que os tiene muy presentes en su mente y en su corazón, y desea recomendaros que toméis con mucho empeño vuestra forma­ción en la Catequesis, tanto en la parroquia como en la escuela o colegio y en la instrucción religiosa recibida de vuestros padres. Así, poco a poco, aprenderéis a conocer y a amar a Jesús, a dirigiros cada día a El con las oraciones, a invocar a nuestra Madre del Cielo la Virgen Maria, a comportaros bien a cada momento y agradar a Dios, que nos contempla siempre con mirada de Padre.

Durante los años transcurridos desde que escu­chamos estas palabras inolvidables, hemos desarro­llado en el Colegio una amplia labor, que se recoge ahora en este volumen de Catequesis Escolar. Lo ponemos en tus manos, estudiante; y en las manos de las personas -padres, profesores, sacerdotes­que te ayudan a forjar cristianamente tu alma.

Colegio Monaita, 5 de noviembre de 1994

INTRODUCCIÓN

"Catequesis" es una palabra de origen griego: quiere decir "enseñar". Desde los inicios del Cristianismo se llamó "catequesis" a ese conjunto de esfuerzos que la Iglesia realiza para enseñar a los hombres a seguir a Jesucristo (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n.4). Así, en este sentido amplio, entendemos aquí la Catequesis, que desa­rrollaremos en cuatro capítulos: Oración, Participación en la Eucaristía, Sacramento de la Penitencia y Doctrina Cristiana.

Oración. Muchos siglos estuvo pidiendo el Pueblo de Dios la llegada del Mesías, y cuando vino el Salvador, nos enseñó a tratar a Dios como Padre.

Penitencia. Sabemos por el Evangelio que, unos meses antes de que el Señor naciera en Belén, un ángel confía a San José la custodia de aquel Niño, y le hace este encargo: le pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pue­blo de los pecados. Y cuando nuestro Salvador tiene ya treinta años, empieza su vida pública diciendo a las gentes: arrepentíos de vuestros pecados, porque está cerca el reino de Dios. Pasa por este mundo perdonando a los pecado­res; y después de volver al Cielo, continúa reconciliándonos con El mediante el Sacramento de la Penitencia .

Eucaristía y Doctrina. A los diez días de la Ascensión, el Espíritu Santo desciende sobre la Virgen María y los Apóstoles; y la semilla cristiana empieza a dar frutos de santidad en muchas per­sonas. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos habla ya de esos primeros cristianos, que perse­veraban asiduamente en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en la oración.

Desde aquella primitiva comunidad cristiana, hasta nuestros días, los discípulos de Jesús han seguido estos mismos pasos: Oración, Penitencia, Eucaristía y Doctrina; y para ayudarte a darlos, tienes en tus manos esta Catequesis. ¡Qué gran fortuna la tuya por ser cristiano, por ser cristiana! A lo largo de toda tu existencia, nuestro Señor, que vive de continuo junto a ti, no deja de ense­ñarte, y te hace partícipe de su propia vida divi­na.

Ya desde la infancia, te enseña oraciones, para que eleves el alma a tu Padre del Cielo. Se vale de los labios de tu madre, y después, de otras personas, en la parroquia, en las reuniones de jóvenes, en el colegio. Pero detrás de ellas, está siempre Jesús, tu Maestro.

Por medio de sus Sacerdotes, Jesucristo te perdona los pecados en el Sacramento de la Penitencia, y te alimenta con la Eucaristía, para que acabes identificándote con Él: Cristo en ti, y

tú en Cristo. ¡Divinizarte! ¿Puedes soñar algo más grande?

El Señor se sirve asimismo de tus padres y educadores para enseñarte la Doctrina Cristiana; y te ayuda a aprenderla de memoria. ¿Para qué memorizar? Responde el Papa: Hay que ser rea­listas. En el desierto de una catequesis sin memoria no brotan las flores de la fe y de la piedad (Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Catechesi tradendae, 16-X-1979, n. 55). Al repetir y retener las preguntas y respuestas, quedan gra­badas en tu mente y en tu corazón los rasgos inconfundibles del rostro amabilísimo de Dios.

El término griego "catequesis" significa tam­bién "resonar". Es lo que pretendemos aquí: que, con la intercesión de Nuestra Señora, que es Asiento de la Sabiduría, resuenen en tus oídos tantas maravillosas enseñanzas del Maestro; y que resuenen mientras estás en casa, y en los otros lugares de tu formación juvenil, y también des­pués y siempre.

I. ORACIÓN

Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el Cielo, un grito de reconocimiento y de amor, tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría. Así describe la oración Santa Teresa del Niño Jesús, citada por el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2558.

Esta elevación del alma hacia Dios, unas veces se expresa con palabras (oración vocal) y otras veces en una conversación interior con el Señor (oración mental o meditación).

ORACIONES VOCALES

Jesús recitaba oraciones vocales, y las enseñó a sus discípulos, a nosotros. Otras oraciones fue­ron dictadas por el Espíritu Santo, compuestas por la Iglesia o por los santos. Algunas las apren­dimos de nuestras madres. Las oraciones que vie­nen a continuación, y todas las oraciones vocales, alimentan siempre nuestro Amor a Dios.

18

CATEQUESIS ESCOLAR

POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ

Por la señal (+)

de la Santa Cruz (+)

de nuestros enemigos (+) líbranos, Señor, Dios nuestro.

En el nombre del Padre (+) y del Hijo

y del Espíritu Santo. Amén

PADRENUESTRO

Padre nuestro, que estás en el Cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad

en la tierra como en el Cielo.

Danos hoy

nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

AVEMARÍA

Dios te salve, María,

llena eres de gracia;

el Señor es contigo,

bendita Tú eres

entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto

de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora

y en la hora de nuestra muerte. Amén

GLORIA

Gloria al Padre,

y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén

SEÑOR MÍO JESUCRISTO

Señor mío Jesucristo,

Dios y Hombre verdadero,

Creador, Padre y Redentor mío.

Por ser Vos quien sois, Bondad infinita,

y porque os amo sobre todas las cosas,

me pesa de todo corazón de haberos ofendido;

también me pesa porque podéis castigarme

con las penas del infierno.

Ayudado de vuestra divina gracia,

propongo firmemente nunca más pecar,

confesarme y cumplir la penitencia

que me fuere impuesta. Amén.

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Ven, Espíritu Santo,

llena los corazones de tus fieles,

y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V/. Envía tu Espíritu y serán creados

R/. Y renovarás la faz de la tierra.

Oración

Oh Dios, que has instruido

los corazones de tus fieles

con la luz de Espíritu Santo,

concédenos que,

guiados por este mismo Espíritu,

conozcamos las cosas rectas

y gocemos siempre de tus consuelos.

Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

SALVE

Dios te salve,

Reina y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra;

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva;

a Ti suspiramos, gimiendo y llorando,

en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros

esos tus ojos misericordiosos;

y después de este destierro

muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima, oh piadosa,

oh dulce siempre Virgen María!

V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,

R/. Para que seamos dignos de alcanzar

las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

ACORDAOS

Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,

que jamás se ha oído decir

que ninguno de los que han acudido a vuestra pro­tección,

implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro auxilio,

haya sido abandonado de Vos.

Animado con esta confianza,

a Vos también acudo,

¡oh Madre Virgen de las vírgenes!;

y gimiendo bajo el peso de mis pecados,

me atrevo a comparecer

ante vuestra presencia soberana.

No desechéis, oh Madre de Dios, mis humildes

súplicas;

antes bien, escuchadlas y acogedlas favorablemente.

Amén.

¡OH, SEÑORA MÍA!

¡Oh, Señora mía! ¡Oh , Madre mía!

Yo me ofrezco del todo a Vos,

y en prueba de mi filial afecto,

os consagro en este día

mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón;

en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad,

guardadme y defendedme como cosa y posesión

vuestra. Amén.

BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza,

y eternamente lo sea,

pues todo un Dios se recrea

en tan graciosa belleza.

A Ti, celestial Princesa,

Virgen Sagrada, María,

te ofrezco desde este día,

alma, vida y corazón.

Mírame con compasión.

No me dejes, Madre mía.

ÁNGELUS

V/. El Angel del Señor anunció a María.

R/. Y concibió por obra del Espíritu Santo. Dios te salve, María ...

V/. He aquí la esclava del Señor.

R/. Hágase en mí según tu Palabra. Dios te salve, María ...

V/. Y el Verbo de Dios se hizo Hombre.

R/. Y habitó entre nosotros. Dios te salve, María ...

V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oración

Te suplicamos, Señor, que derrames

tu gracia en nuestras almas,

para que los que, por el anuncio del Angel,

hemos conocido la Encarnación de tu Hijo

Jesucristo,

por su Pasión y su Cruz

seamos llevados a la gloria de la Resurrección.

Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

REGINA COELI

V/. Alégrate, Reina del Cielo; aleluya.

R/. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.

V/. Ha resucitado, según predijo; aleluya.

R/. Ruega por nosotros a Dios; aleluya.

V/. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.

R/. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Oración

¡Oh Dios!, que te dignaste alegrar al mundo

por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo;

concédenos que,

por la mediación de la Virgen María, su Madre,

alcancemos los gozos de la vida eterna.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

SANTO ROSARIO

Misterios Gozosos (lunes y jueves)

1º. La Encarnación del Hijo de Dios.

2º. La Visitación de María a su prima Santa Isabel.

3°. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.

4°. La Purificación de Nuestra Señora.

5º. El Niño perdido y hallado en el Templo.

Misterios Dolorosos (martes y viernes)

1°. La oración del Huerto.

2º. La flagelación del Señor.

3º. La coronación de espinas.

4°. La Cruz a cuestas.

5°. Jesús muere en la Cruz.

Misterios Gloriosos (miércoles, sábados y domingos)

1º. La Resurrección del Señor.

2°. La Ascensión del Señor.

3º. La venida del Espíritu Santo.

4°. La Asunción de Nuestra Señora.

5º. La Coronación de María Santísima.

Letanías

A las siguientes advocaciones, se responde repitiendo lo mismo.

Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad

Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos

A las siguientes advocaciones se responde. "Ten pie­dad de nosotros".

Dios Padre celestial

Dios Hijo, Redentor del mundo

Dios Espíritu Santo

Trinidad Santa, un solo Dios

A las siguientes advocaciones se responde.. "Ruega por nosotros".

Santa María

Santa Madre de Dios

Santa Virgen de las vírgenes

Madre de Cristo

Madre de la Iglesia

Madre de la divina gracia

Madre purísima

Madre castísima

Madre intacta

Madre incorrupta

Madre inmaculada

Madre amable

Madre admirable

Madre del buen consejo

Madre del Creador

Madre del Salvador

Virgen prudentísima

Virgen digna de veneración

Virgen digna de alabanza

Virgen poderosa

Virgen clemente

Virgen fiel

Espejo de justicia

Asiento de la sabiduría

Causa de nuestra alegría

Vaso espiritual

Vaso digno de honor

Vaso insigne de devoción

Rosa mística

Torre de David

Torre de marfil

Casa de oro

Arca de la alianza

Puerta del Cielo

Estrella de la mañana

Salud de los enfermos

Refugio de los pecadores

Consuelo de los afligidos

Auxilio de los cristianos

Reina de los Angeles

Reina de los Patriarcas

Reina de los Profetas

Reina de los Apóstoles

Reina de los Mártires

Reina de los Confesores

Reina de las Vírgenes

Reina de todos los Santos

Reina concebida sin pecado original

Reina asunta al Cielo

Reina del santísimo Rosario

Reina de la paz

V/. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R/. Perdónanos, Señor.

V/. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R/. Escúchanos, Señor.

V/. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R/. Ten misericordia de nosotros.

Oración

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios.

No desoigas nuestras súplicas en las necesidades;

antes bien, líbranos siempre de todos los peligros,

Virgen gloriosa y bendita.

V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.

R/. Para que seamos dignos de alcanzar las prome­sas de nuestro Señor Jesucristo.

ÁNGEL DE MI GUARDA

Ángel de mi guarda,

dulce compañía,

no me desampares

ni de noche ni de día;

no me dejes solo,

que me perdería.

BENDICIÓN DE LA MESA

V/. Bendícenos, Señor,

a nosotros y a estos alimentos

que vamos a recibir de tu mano generosa.

Por Cristo, nuestro Señor.

R/. Amén.

V/. El Rey de la Gloria eterna

nos haga partícipes

de la mesa celestial.

R/. Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE COMER

V/. Te damos gracias,

Dios omnipotente,

por todos tus beneficios,

Tú que vives y reinas

por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

BENDICIÓN DE VIAJE

Por la intercesión de Santa María,

tengamos buen viaje:

que el Señor esté en nuestro camino

y sus ángeles nos acompañen.

JACULATORIAS

"Jaculatoria" procede de la palabra latina "iacula­ta", que significa "flecha, dardo arrojadizo". Para diversos momentos y circunstancias de tu vida dia­ria, dispones de frases breves que lanzas hacia el Cielo; oraciones vocales que encienden tu fe, tu esperanza y tu Amor. Además de las advocaciones de la Letanía, que son jaculatorias, puedes decir muchas más, entre ellas:

- Bendito sea Dios

- Gracias a Dios

- Para Dios toda la Gloria

- Señor, si quieres, puedes limpiarme

- Señor, Tú sabes todo: Tú sabes que te amo

- Señor, creo; pero ayuda mi incredulidad

- Señor, auméntame la fe

- Señor, no soy digno

- Señor mío y Dios mío

- Viva Jesús Sacramentado

- Jesús, Jesús: sé para mí siempre Jesús

- Ven, Señor Jesús

- Ven, Espíritu Santo

- Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío

- Corazón dulcísimo de María, sed mi Salvación

- Ave María purísima, sin pecado concebida

- Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra

- Jesús, José y María: os doy mi corazón y el alma mía

- Jesús, María y José: que esté siempre con los tres

- Ángel Custodio, defiéndeme en la lucha

MEDITACIÓN

Es clásica la definición de meditación de Santa Teresa, que hace suya el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2709: No es otra cosa oración men­ta¿ a mi parecer, sino tratar de amistad estan­do muchas veces a solas con quien sabemos nos ama.

A la meditación vas a comprender mejor el inmenso amor que Dios te tiene y a tratar de corres­ponderle y de hacer en todo su amable Voluntad. El alma se dispone a escuchar al Espíritu Santo en un clima de silencio interior. Busca cada día, un momento para quedarte a solas con el Señor y con­taros vuestras cosas.

Para iniciar este diálogo diario con Dios, puedes leer algo: un pasaje del Evangelio, un texto de la Liturgia, algún escrito de un maestro de espirituali­dad. Conviente pedir ayuda al Cielo antes de orar y, acabada la meditación, dar gracias a Dios por los bienes recibidos; el Beato Josemaría Escrivá compu­so estas respectivas fórmulas.

AL COMIENZO DE LA MEDITACIÓN

Señor mío y Dios mío:

creo firmemente que estás aquí,

que me ves, que me oyes;

te adoro con profunda reverencia,

te pido perdón de mis pecados

y gracia para hacer con fruto este rato de oración.

Madre mía Inmaculada,

San José, mi Padre y Señor,

Angel de mi guarda,

interceded por mí.

AL TÉRMINO DE LA MEDITACIÓN

Te doy gracias, Dios mío,

por los buenos propósitos,

afectos e inspiraciones

que me has comunicado

en esta meditación.

Te pido ayuda

para ponerlos por obra.

Madre mía Inmaculada,

San José, mi Padre y Señor,

Angel de mi guarda,

interceded por mí.

II. PARTICIPACIÓN EN LA EUCARISTÍA

ORACIONES PARA ANTES DE LA MISA

ORACIÓN A SAN JOSÉ

¡Oh feliz varón, bienaventurado José,
a quien le fue concedido no sólo ver y oír al Dios,
a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron,
oír y no oyeron,
sino también abrazarlo, besarlo,
vestirlo y custodiarlo!

V/. Ruega por nosotros, bienaventurado José.

R/. Para que seamos dignos de alcanzar las prome­sas de nuestro Señor Jesucristo.

COMUNIÓN ESPIRITUAL

Yo quisiera, Señor, recibiros
con aquella pureza, humildad y devoción
con que os recibió vuestra Santísima Madre,
con el espíritu y fervor de los Santos.

RESPUESTAS EN LA SANTA MISA

"No ama a Cristo quien no ama la Santa Misa, quien no se esfuerza en vivirla con serenidad y sosiego, con devoción, con cariño. El amor hace a los enamorados finos, delicados; les descubre, para que los cuiden, detalles a veces mínimos, pero que son siempre expresión de un corazón apasionado. De este modo hemos de asistir a la Santa Misa. Por eso he sospechado siempre que, los que quieren oír una Misa corta y atropellada, demuestran con esa actitud poco elegante también, que no han alcanza­do a darse cuenta lo que significa el Sacrificio del altar"(Beato Josemaría, Es Cristo que pasa, nn. 91­92).

RITOS INICIALES

V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R/. Amén.

V/. El Señor esté con vosotros.

R/. Y con tu espíritu.


Acto de penitencia


V/. Hermanos: para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados.

R/. Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:

Golpea el pecho tres veces

Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen,
a los Angeles, a los Santos
y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V/. Dios todopoderoso
tenga misericordia de nosotros,
perdone nuestros pecados
y nos lleve a la vida eterna.

R/. Amén.


Kyrie


V/. Señor, ten piedad.

R/. Señor, ten piedad.

V/. Cristo, ten piedad.

R/. Cristo, ten piedad.

V/. Señor, ten piedad.

R/. Señor, ten piedad.

Gloria a Dios en el Cielo

V/. Gloria a Dios en el Cielo,

R/. y en la tierra paz a los hombres
que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos, te bendecimos,
te adoramos, te glorificamos, te damos gracias.
Señor, Dios, Rey Celestial,
Dios Padre Todopoderoso.
Señor, Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre:
Tú, que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
Tú, que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
Tú, que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:
porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor,
sólo Tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre. Amén


Oración


Al terminar la oración del Sacerdote, se contesta:

R/. Amén.


LITURGIA DE LA PALABRA


Al acabar la primera Lectura:

V/. Palabra de Dios.

R/. Te alabamos, Señor.

A continuación, el lector y el pueblo dialogan el Salmo responsorial.
Al acabar la segunda Lectura, si la hay:

V/. Palabra de Dios.

R/. Te alabamos, Señor.


Al comenzar el Evangelio

V/. El Señor esté con vosotros.

R/. Y con tu Espíritu.

V/. Lectura del Santo Evangelio según San...

R/. Gloria a Ti, Señor.


Al acabar el Evangelio:


V/. Palabra del Señor.

R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Credo de Nicea


Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajo del cielo,

En las palabras que siguen, hasta se hizo hombre, todos se inclinan.

y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia,
que es una santa, católica y apostólica.

Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.

Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.


Credo de los Apóstoles


Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,

En las palabras que siguen, hasta María Virgen, todos se inclinan.

que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos
y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo,
la santa iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna. Amén.


Oración de los fieles


A cada petición, se responde con ésta u otra oración semejante:

R/. Te rogamos, óyenos.


LITURGIA EUCARÍSTICA


Presentación de las ofrendas


V/. Bendito seas, Señor, Dios del Universo,
por este pan,
fruto de la tierra y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad
y ahora te presentamos:
él será para nosotros pan de vida.

R/. Bendito seas por siempre, Señor.

V/. Bendito seas, Señor Dios del Universo,
por este vino,
fruto de la vid y del trabajo del hombre,
que recibimos de tu generosidad
y ahora te presentamos:
él será para nosotros bebida de salvación.

R/. Bendito seas por siempre, Señor.

V/. Orad, hermanos,
para que este sacrificio, mío y vuestro,
sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.

R/. El Señor reciba de tus manos este sacrificio
para alabanza y gloria de su Nombre
para nuestro bien y el de toda su santa iglesia.


Al terminar el Celebrante la oración sobre las ofren­das, se responde:


R/. Amén.

Prefacio


V/. El Señor esté con vosotros.

P/. Y con tu espíritu.

V/. Levantemos el corazón.

R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.

R/. Es justo y necesario.


El Celebrante concluye el prefacio, cantando o diciendo en voz alta en unión con el pueblo:


R/. Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Llenos están el Cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el Cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el Cielo.


Después de la elevación del Cáliz, dice el Celebrante:


V/. Este es el Sacramento de nuestra fe.

O bien:

V/. Este es el Misterio de la fe.

R/. Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!


El Celebrante eleva la patena y el Cáliz, y dice:


V/. Por Cristo, con Él y en Él,
a Ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.

R/. Amén


RITO DE LA COMUNIÓN


V/. Fieles a la recomendación del Salvador,
y siguiendo su divina enseñanza
nos atrevemos a decir:

R/. Padre nuestro, que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu Voluntad
en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

V/. Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que ayudados por tu misericordia
vivamos siempre libre de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa
venida de nuestro Salvador Jesucristo.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

V/. Señor Jesucristo,
que dijiste a los Apóstoles:
"La paz os dejo, mi paz os doy",
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu Palabra,
concédele la paz y la unidad.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

V/. La paz del Señor sea siempre con vosotros.

R/. Y con tu espíritu.


El Celebrante parte la Hostia e introduce un frag­mento en el Cáliz. Mientras tanto, se canta o se dice:


R/. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz.


El Sacerdote eleva la Sagrada Forma, y dice:


V/. Este es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.

R/. Señor no soy digno
de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya
bastará para sanarme.


El Sacerdote muestra la Sagrada Forma a cada uno que se acerca a comulgar, y dice:


V/. El Cuerpo Cristo.

R/. Amén.


RITO DE CONCLUSIÓN


V/. El Señor esté con vosotros.

R/. Y con tu Espíritu.

V/. La bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.

R/. Amén.

V/. Podéis ir en paz.

R/. Demos gracias a Dios.


ORACIONES PARA LA ACCIÓN DE GRACIAS DE LA COMUNIÓN


"El amor a Cristo, que se ofrece por nosotros, nos impulsa a saber encontrar, acabada la Misa, unos minutos para una acción de gracias personal, íntima, que prolongue en el silencio del corazón esa otra acción de gracias que es la Eucaristía. ¿Cómo dirigirnos a El, cómo hablarle, cómo comportarse?

No se compone de normas rígidas la vida cristiana, porque el Espíritu Santo no guía a las almas en masa, sino que, en cada una, infunde aquellos pro­pósitos inspiraciones y afectos que le ayudarán a percibir y a cumplir la voluntad del Padre. Pienso, sin embargo, que en muchas ocasiones el nervio de nuestro diálogo con Cristo, de la acción de gracias después de la Santa Misa, puede ser la considera­ción de que el Señor es, para nosotros, Rey, Médico, Maestro, Amigo.

Es Rey y ansía reinar en nuestros corazones de hijos de Dios. Pero no imaginemos los reinados humanos; Cristo no domina ni busca imponerse, porque no ha venido a ser servido sino a servir (Mt XX, 28).

Su reino es la paz, la alegría, la justicia. Cristo, rey nuestro, no espera de nosotros vanos razona­mientos sino hechos, porque no todo aquel que dice ¡Señor!, ¡Señor!, entrará en el reino de los cie­los, sino el que hace la voluntad de mi Padre celes­tial, ése entrará (Mt VII, 21).

Es Médico y cura nuestro egoísmo, si dejamos que su gracia penetre hasta el fondo del alma. Jesús nos ha advertido que la peor enfermedad es la hipocresía, el orgullo que lleva a disimular los pro­pios pecados. Con el Médico es imprescindible una sinceridad absoluta, explicar enteramente la verdad y decir: Domine, si vis, potes me mundare (Mt VIII, 2), Señor, si quieres -y Tú quieres siempre-, puedes curarme. Tú conoces mi flaqueza; siento estos sínto­mas, padezco estas otras debilidades. Y le mostra­mos sencillamente las llagas; y el pus, si hay pus. Señor, Tú que has curado a tantas almas, haz que, al tenerte en mi pecho o al contemplarte en el Sagrario, te reconozca como Médico divino.

Es Maestro de una ciencia que sólo Él posee: la del amor sin límites a Dios y, en Dios, a todos los hombres. En la escuela de Cristo se aprende que nuestra existencia no nos pertenece: El entregó su vida por todos los hombres y, si le seguimos, hemos de comprender que tampoco nosotros podemos apropiarnos de la nuestra de manera egoísta, sin compartir los dolores de los demás. Nuestra vida es de Dios y hemos de gastarla en su servicio, preocu­pándonos generosamente de las almas, demostran­do, con la palabra y con el ejemplo, la hondura de las exigencias cristianas.

Jesús espera que alimentemos el deseo de adquirir esa ciencia, para repetirnos: el que tenga sed, venga a mf y beba, (Ioh VII, 37). Y contestamos: enséñanos a olvidarnos de nosotros mismos, para pensar en Ti y en todas las almas. De este modo el Señor nos llevará adelante con su gracia, como cuando comenzábamos a escribir -¿recordáis aque­llos palotes de la infancia, guiados por la mano del maestro?-, y así empezaremos a saborear la dicha de manifestar nuestra fe, que es ya otra dádiva de Dios, también con trazos inequívocos de conducta cristia­na, donde todos puedan leer las maravillas divinas.

Es Amigo, el amigo: vos autem dixi amicos (Ioh XV, 15), dice. Nos llama amigos y El fue quien dio el primer paso; nos amó primero. Sin embargo, no impone su cariño: lo ofrece. Lo muestra con el signo más claro de la amistad: nadie tiene amor más grande que el que entrega la vida por sus amigos (Ioh XV, 13). Era amigo de Lázaro y lloró por él, cuando lo vio muerto: y lo resucitó. Si nos ve fríos, desganados, quizás con la rigidez de una vida interior que se extingue, su llanto será para nosotros vida: Yo te lo mando, amigo mío, levántate y anda (cfr. Ioh XI,43; Lc V, 24), sal fuera de esa vida estrecha, que no es vida" (Beato Josemaría, Fs Cristo que pasa, nn. 92-93).


ADORO TE DEVOTE (Santo Tomás de Aquino)

Te adoro con devoción, Dios escondido,
oculto verdaderamente bajo estas apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo,
y se rinde totalmente al contemplarte.

Al juzgar de Ti, se equivocan
la vista, el tacto, el gusto;
pero basta el oído para creer con firmeza;
creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios:
nada es más verdadero que esta palabra de verdad.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad;
sin embargo, creo y confieso ambas cosas,
y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vio Tomás,
pero confieso que eres mi Dios:
haz que yo crea más y más en Ti,
que en Ti espere, que te ame.

¡Oh memorial de la muerte del Señor!
Pan vivo que das vida al hombre:
concede a mi alma que de Ti viva,
y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, piadoso Pelícano,
límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre,
de la que una sola gota puede liberar
de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto
te ruego que se cumpla lo que tanto ansío:
que al mirar tu rostro cara a cara,
sea yo feliz viendo tu gloria. Amén.


ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti,
para que con tus Santos te alabe
por los siglos de los siglos. Amén.


A JESÚS CRUCIFICADO

Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!,
postrado en vuestra presencia;
os ruego con el mayor fervor
imprimáis en mi corazón
vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad,
verdadero dolor de mis pecados
y propósito de jamás ofenderos,
mientras que yo,
con el mayor afecto y compasión de que soy capaz,
voy considerando vuestras cinco llagas,
teniendo presente
lo que de Vos dijo el Santo Profeta David:
Han taladrado mis manos y mis pies
y se pueden contar todos mis huesos.


ORACIÓN A SAN MIGUEL

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha;
sé nuestro amparo
contra la perversidad y acechanzas del demonio.
Reprímale, Dios; pedimos, suplicantes.
Y tú, Príncipe de la milicia celestial,
arroja al infierno, con el divino poder,
a Satanás y a los otros malos espíritus
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.

Amén.


OFRECIMIENTO DE SÍ MISMO

Tomad, Señor, y recibid mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Vos me lo disteis; a Vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro,
disponed de ello conforme a vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.


CANTOS PARA LA MISA


CANTOS PARA EL OFERTORIO


1. UN NIÑO SE TE ACERCÓ

Partitura

Un niño se te acercó aquella tarde
sus cinco panes te dio para ayudarte,
los dos hicisteis que ya no hubiera hambre (bis).

La tierra, el aire y el sol son tus regalos
y mil estrellas de luz sembró tu mano,
el hombre expone su amor y su trabajo (bis).

También yo quiero poner sobre tu mesa
mis cinco panes, que son una promesa
de darte todo mi amor y mi pobreza(bis).


2. PAN Y VINO DE AMOR

En la tierra sembró el sembrador
la semilla de tu pan, Señor;
y después el viñador, trabajó en buena lid.
Y las tierras ven crecer las espigas y la vid. (bis)

El trigo se molió en el molino,
rompiendo su cuerpo como Tú;
La uva la pisó el hombre en el lagar,
igual que Tú te dejaste pisar.

Y ahora, convertidos en pan y vino,
tu pueblo los ofrece en tu altar.
Conviérteles en Ti, son frutos de tu amor,
en tu Cuerpo y Sangre, Señor.


3. EL VINO Y EL PAN

Te vengo a ofrecer, ¡oh mi Salvador!,
el vino y el pan y mi corazón.

Yo quiero cantar, yo quiero cantar
de gozo y de paz.

Yo quiero llorar, yo quiero llorar
de felicidad.

Te vengo a ofrecer toda la verdad
el vino y el pan, la tierra y el sol y mi corazón.


4. TE OFRECEMOS EL VINO Y EL PAN

Partitura

Por los niños que empiezan la vida,
por los hombres sin techo ni hogar,
por los pueblos que sufren la guerra,
te ofrecemos el vino y el pan.

Pan y vino sobre el altar son ofrendas de amor;
pan y vino serán después tu Cuerpo y Sangre, Señor.

Por los hombres que viven unidos,
por los hombres que buscan la paz,
por los pueblos que no te conocen,
te ofrecemos el vino y el pan.

Por aquellos a quienes queremos,
por nosotros y nuestra amistad,
por los vivos y por los difuntos,
te ofrecemos el vino y el pan.


5. SEÑOR, TE OFRECEMOS

Señor, te ofrecemos el vino y el pan;
así recordamos tu cena pascual.

Porque Tú solo eres bueno, Señor,
queremos cantar.
Tus misericordias,
¿quién podrá cantar?

Te ofrecemos nuestras vidas, Señor,
en torno a tu altar.
Tus misericordias
¿quién podrá cantar?


CANTOS PARA LA COMUNIÓN


1. CERCA DE TI

Partitura

Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar;
tu grande eterno amor quiero gozar,
llena mi pobre ser, limpia mi corazón,
hazme tu rostro ver en la aflicción.

Mi pobre corazón inquieto está,
por esta vida voy buscando paz.
Más sólo Tú, Señor, la paz me puedes dar,
Cerca de Ti, Señor, yo quiero estar.

Pasos inciertos doy, el sol se va;
mas si Contigo estoy, no temo ya.
Himnos de gratitud, alegre, cantaré,
y fiel a Ti, Señor, siempre seré.

Día feliz veré creyendo en Ti
en que yo habitaré cerca de Ti.
Mi voz alabará tu Santo Nombre allí,
y mi alma gozará cerca de Ti.


2. JESÚS AMOROSO

Jesús amoroso, el más fino amante,
quiero en todo instante sólo en ti pensar.
Tú eres mi tesoro, Tú eres mi alegría,
Tú eres vida mía, yo te quiero amar (bis).

¡Oh corazón dulce de amor abrasado!,
Quiero yo a tu lado por siempre vivir
y en tus Llagas Santas viviendo escondido
de amores herido en ellas vivir (bis).


3. OH BUEN JESÚS

Partitura

Oh buen Jesús, yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar:
que das tu Cuerpo y Sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar (bis).

Indigno soy, confieso avergonzado,
de recibir la santa Comunión.
Jesús, que ves mi nada y mi pecado,
prepara Tú mi pobre corazón (bis).

Pequé, Señor, ingrato te he ofendido:
infiel te fui, confieso mi maldad;
contrito ya, perdón, Señor, te pido,
eres mi Dios, apelo a tu Bondad (bis).

Espero en Ti, piadoso Jesús mío;
oigo tu voz, que dice: "ven a Mí".
Porque eres fiel, por eso en Ti confío;
todo, Señor, espérolo de Ti (bis).


4. CANTEMOS AL AMOR DE LOS AMORES

Partitura

Cantemos al Amor de los amores,
cantemos al Señor.
Dios está aquí, venid adoradores,
adoremos a Cristo Redentor.

Gloria a Cristo Jesús;
Cielos y tierra, bendecid al Señor;
honor y gloria a Ti, Rey de la gloria,
amor por siempre a Ti, Dios del amor.


5. PESCADOR DE HOMBRES

Partitura

Tú has venido a la orilla,
no has buscado ni a sabios ni a ricos,
tan sólo quieres que yo te siga.

Señor, me has mirado a los ojos,
sonriendo has dicho mi nombre,
en la arena he dejado mi barca,
junto a Tí, buscaré otro mar.

Tú sabes bien lo que tengo,
en mi barca no hay oro ni espadas,
tan sólo redes y mi trabajo.

Señor, me has mirado a los ojos ... (estribillo)

Tú necesitas mis manos,
mi cansancio, que a otros descanse;
amor que quiera seguir amando.

Señor, me has mirado a los ojos ... (estribillo)


CANTOS PARA LA SALIDA


1. LA MISA NO TERMINA AQUÍ

La Misa no termina aquí en la Iglesia:
ahora la empezamos a vivir (bis).

Porque en la día cada día recordaremos
lo que aquí hemos vivido y aprendido a compartir.

Hemos de ser la levadura,
hemos de ser semilla y luz,
junto a nosotros caminando viene Jesús.


2. HOY, SEÑOR, TE DAMOS GRACIAS

Partitura

Hoy, Señor, te damos gracias
por la vida, la tierra y el sol.
Hoy, Señor, queremos cantar
las grandezas de tu amor.

Gracias, Padre, mi vida es tu vida.
Tus manos amasan mi barro.
Mi alma es tu aliento divino.
Tu sonrisa en mis ojos está.

Gracias, Padre, Tú guías mis pasos
Tú eres la luz y el camino.
Conduce a Ti mi destino,
como llevas los ríos al mar.

Gracias, Padre, me hiciste a tu imagen,
y quieres que siga tu ejemplo,
brindando mi amor a mi hermano,
construyendo un mundo de paz.


3. SI VIENES CONMIGO

Partitura

Si vienes conmigo y alientas mi fe;
si estás a mi lado, ¿a quién temeré?

A nada tengo miedo, a nadie he de temer,
Señor, si me protegen tu amor y tu poder.

Me llevas de la mano, me ofreces todo bien.
Señor, Tú me levantas, si vuelvo a caer.

¡Qué largo mi camino! ¡Qué hondo mi dolor!
Ni un árbol me da sombra, ni escucho una canción.

¿Será que a nadie puedo mirar ni sonreír?
Señor, Tú solo quedas, Tú solo junto a mí.

En cosas que se mueren yo puse el corazón.
Fue tierra mi tesoro, fue vana mi ilusión.

En cosas que se mueren me voy muriendo yo.
Tú sólo vives siempre; Tú sólo, mi Señor.


4. DEMOS GRACIAS

Partitura

Demos gracias al Señor,
demos gracias, demos gracias al Señor.

En la mañana que se levanta,
el día canta y yo canto al Creador.

Cuando la noche se despereza
con sueño reza y yo rezo al Creador.

Cuando en mi pecho la vida siento,
mi pensamiento sonríe al Creador.

Cuando palpitas en mi latido,
agradecido yo canto al Creador.


5. HOY TE QUIERO CANTAR

Hoy te quiero cantar,
hoy te quiero rezar,
Madre mía del Cielo.

Si en mi alma hay dolor,
busco apoyo en tu amor
y hallo en Ti mi consuelo.

Hoy te quiero cantar,
hoy te quiero rezar,
mi plegaria es canción.

Yo te quiero ofrecer
lo más bello y mejor
que hay en mi corazón (bis).

Porque tienes a Dios,
porque tienes a Dios,
Madre todo lo puedes.

Soy tu hijo también
y por eso me quieres.

Dios te quiso elegir,
Dios te quiso elegir
como puente y camino

que une al hombre con Dios,
que une al hombre con Dios
en abrazo divino.


EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

Las estrofas que se señalan aquí pueden ser sustituí­das por algunos de los Cantos para la Comunión, anteriormente recogidos.


PANGE LINGUA

Pange, lingua, gloriosi
Corporis mysterium,
Sanguinisque pretiosi,
Quem in mundi pretium
Fructus ventris generosi
Rex effudit gentium.


Canta, lengua, el misterio
del Cuerpo glorioso
y de la Sangre preciosa,
que, en precio del mundo,
vertió el Rey de las naciones,
fruto del vientre generoso.


TANTUM ERGO

Tantum ergo Sacramentum
veneremur cernui;
et Antiquum documentum
Novo cedat ritui:
praestet fides supplementum
sensuum defectui.

Genitore Genitoque
laus et jubilatio;
salus, honor, virtus quoque
sit et benedictio;
Procedenti ab utroque
compar sit laudatio. Amen.

V/. Panem de Coelo praestitisti eis (T.P. Alleluia)

R/. Omne delectaméntum in se habentem (T.P. Alleluia)

Oremus

Deus, qui nobis sub Sacramento mirábili, Passionis tuae memoriam reliquisti: tribue, quaesumus, ita nos Corporis et Sanguis tul sacra mysteria venerad: ut redemptionis tuae fructum in nobis iúgiter sentia­mus. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. Amen.


Veneremos, pues, postrados,
tan augusto Sacramento,
y la antigua ceremonia
ceda el paso al nuevo rito:
que la fe supla
la deficiencia de los sentidos.

Al Padre y al Hijo
alabanza y júbilo:
Salvación, honor y poder
y bendición.
E igual gloria
al que procede de Ambos. Amén.

V/. Nos diste el Pan del Cielo (T.P. Aleluya).

R/. Que contiene en Sí todo deleite (T.P. Aleluya).

Oración

Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos cons­tantemente en nosotros el fruto de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


LAUDATE DOMINUM

Laudate Dominum omnes gentes,
laudate eum omnes populi.
Quoniam confirmata super nos
Misericordia eius,
et ventas Domini
manet in aeternum.

Gloria Patri et Filio
et Spiritui Sancto.
Sicut erat in principio,
et nunc et semper,
et in saecula saeculorum, Amen.


Alabad al Señor todas las naciones,
alabadle todos los pueblos.
Porque ha confirmado con nosotros
su Misericordia,
y la Verdad del Señor
permanece para siempre.

Gloria al Padre y al Hijo
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio,
ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


PRIMERA COMUNIÓN


RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO


Dice el Sacerdote:

El día que recibisteis el Sacramento del Bautismo, vuestros padres y padrinos hicieron en vuestro nom­bre unas promesas. Hoy, que ya sois mayores, vais a renovarlas personalmente.

Se acercan enfila, y cada persona dice:
Yo..., al recordar mi Bautismo, renuncio a toda clase de pecado y prometo seguir a Jesucristo en su Santa Iglesia.


ORACIÓN DE LOS FIELES


Comienza el Sacerdote


Queridos hermanos: unámonos a las peticiones que, quienes van a recibir su Primera Comunión, elevan ahora a nuestro Padre Dios.

Cada petición la hace una persona distinta.


1. Por el Santo Padre: para que siga siendo muy bueno, le hagan caso todos los cristianos y todos los hombres, y por todo cuanto él quiere que pidamos a Dios, Roguemos al Señor.

2. Por nuestros padres: para que estén siempre con­tentos, se lleven muy bien entre sí y nosotros sepamos quererles y ayudarles. Y también por nuestros hermanos, para que nos queramos mucho, no nos peleemos y hagamos pronto las paces. Roguemos al Señor.

3. Por nuestros abuelitos: para que sean felices siempre y sobre todo en este día de nuestra Primera Comunión. Y para que los que están ya en el Cielo nos miren y recen a la Virgen María por nosotros. Roguemos al Señor.

4. Por todos los que componemos el colegio: para que vivamos la amistad y la generosidad, compar­tamos nuestros juegos y nos ayudemos en los tra­bajos. Roguemos al Señor.

5. Por todos los niños del mundo: para que los que están enfermos se pongan pronto buenos, y los que tengan edad de recibir a Jesús, les preparen sus padres y tengan la alegría de celebrar su Primera Comunión, como nosotros. Roguemos al Señor.

6. Por nuestras autoridades: para que cumplan bien sus deberes, sean buenos con todos, ayuden a conseguir trabajo a los que no lo tienen y procu­ren que vivamos en paz. Roguemos al Señor.

7. Por todas las personas que sufren a causa de su fe: para que sean fuertes y perdonen a los que les hacen mal. Y por nosotros: para que seamos valientes y actuemos siempre como buenos cris­tianos. Roguemos al Señor.

8. Por quienes hacemos hoy la Primera Comunión: para que el Señor encuentre siempre en nuestro corazón un lugar acogedor y nos conceda darle siempre muchas alegrías. Roguemos al Señor.


El Sacerdote concluye:


Concédenos, Señor, cuanto te pedimos en esta cele­bración, en la que presentimos tu alegría de estar con los niños y con aquellos que, siendo mayores, querríamos ser ante Ti como niños. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE COMULGAR


Jesús de mi alma: Ahora que acabo de recibirte por primera vez en la Sagrada Comunión, quiero expre­sarte mi alegría; y deseo vivir siempre contigo.

Quiero que toda mi vida sea para Ti, Jesús; pero tie­nes que ayudarme, porque soy poca cosa y débil de voluntad.

Haz que mis padres y las personas mayores, me enseñen a hacer siempre tu Voluntad, Señor; haz que yo nunca me separe de Ti.

Prometo recibirte muchas veces en la Sagrada Comunión, para que me hagas fuerte y pueda, como la Virgen María, decir siempre que sí a lo que Tú quieras de mí.

Gracias, Jesús mío.


ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PADRE


Señor y Dios nuestro: Aquí nos encontramos los padres y madres de quienes Tú has dignado sentar hoy por primera vez a tu sagrada Mesa. Gracias, por este regalo, el más precioso de todos.

Tú, Señor, has depositado en nosotros la confianza de cuidar de estas criaturas tuyas, no sólo para ase­gurarles la subsistencia corporal, sino para educar­las, y ayudarles a crecer en las virtudes cristianas.

Gracias, Jesús por esta Primera Comunión. A partir de ahora, nos compromete a ser más fieles a la deli­cada misión recibida de Ti. Te pedimos que, con la palabra y con el ejemplo, les enseñemos a seguirte cada día más cerca.

Gracias, Señor, por la fuerza abundante que nos concedes para luchar contra nuestra debilidad e inconstancia. Llena de tu paz cada una de la jorna­das de nuestra vida; y convierte nuestras casas en hogares luminosos y alegres, como aquella casita de Nazaret donde vivías en la tierra, en la dulce com­pañía de María y de José.

Te pedimos, por último, que sepamos realizar con tal plenitud nuestra vocación y misión de padres, que sientan siempre un santo orgullo de nosotros, y disfrutemos con ellos de la felicidad eterna del Cielo. Así sea.


CONFIRMACIÓN


RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO

V/. Para ser cristianos de verdad, tenéis que esforza­ros por rechazar el mal, que lleva al pecado y es la negación de Dios. Así pues, ¿rechazaréis el mal, renunciando a las malas obras que perjudi­quen a los demás?

R/. Sí, renuncio al egoísmo, que no tiene en cuenta lo que es bueno para los otros; a la violencia y a la venganza, que son contrarias a las enseñanzas de Jesucristo; al descaro, que no es sinceridad sino ofensa; a la envidia y al odio, que pueden hacer recaer el mal sobre el hermano; a toda injusticia, no sólo a hacerla sino a encubrirla, impidiendo que la justicia se lleve a cabo.

V/.¿A todo esto renunciáis?

R/. Sí, renuncio.

V/.¿Rechazáis el mal, buscando en Dios la fuerza para superar las debilidades que suponen perjui­cio directo contra vosotras mismas?

R/. Sí, buscaré en Dios la fuerza para superar la pereza, la indiferencia, la cobardía y los falsos complejos, el materialismo y la sensualidad, fomentar la tristeza, la desconfianza y el escepti­cismo.

V/.¿Rechazaréis el mal, amando a los demás para vivir como Cristo nos ha enseñado?

R/. Sí, amaré a los demás: tendré el espíritu abierto para valorar lo bueno que hay en los demás; per­donaré sus errores, aunque haya sido víctima de ellos; no faltaré al compañerismo, al hacer burla de las cualidades o deficiencias de nuestros semejantes; admitiré que los otros piensen distin­to de mí; ayudaré a todo el que lo necesite, sea o no persona amiga.

V/.¿Queréis comprometeros a esto?

R/. Sí, quiero.

V/.Después de estar dispuestos a vivir como apósto­les de Jesucristo, ¿os comprometéis a llevar el Evangelio a los demás?

R/. Sí, me comprometo.

V/.Para ello, en primer lugar, confesemos juntos nuestra fe a través del Credo. ¿Creéis en Dios Creador, nuestro Padre?

R/. Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y tierra, de todo lo visible e invisible.

V/.¿Creéis en nuestro Señor Jesucristo?

R/. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, quien por todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del Cielo, y por obra de Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepul­tado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al Cielo y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin.

V/. ¿Creéis en el Espíritu Santo, Dios?

R/. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

V/. ¿Creéis en la Iglesia Católica, en la Comunión de los Santos?

R/. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Reconozco un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

V/. De acuerdo con esta fe que habéis proclamado, ¿prometéis amar a Dios y confiar siempre en El en todas las circunstancias de la vida y hacer su Voluntad?

R/. Sí, prometo.

V/.¿Prometéis huir de caer en la adoración de cual­quier ídolo, como es el dinero, el poder, la fuer­za, la fama...?

R/. Sí, prometo.

V/. ¿Prometéis tratar a todas las personas con amor de hermanos?

R/. Sí, prometo.

V/. ¿Prometéis compartir con los hermanos todos los dones que recibís del Creador?

R/. Sí, prometo.

V/. ¿Prometéis trabajar por mostrar en vuestra con­ducta la imagen de Dios a todos los hombres?
R/. Sí, prometo.

V/. ¿Y vosotros, padres y personas que componéis el Colegio, reconocéis que ésta es nuestra fe?

R/. Sí, ésta es nuestra fe.

V/. ¿Reconocéis que es la fe de la Iglesia Católica?

R/. Sí, ésta es la fe de la Iglesia verdadera.

V/. A todos vosotros: ¿Os gloriáis de profesar esta fe en Cristo Jesús, Señor nuestro?

R/. Sí, nos gloriamos de profesar esta fe en Cristo Jesús, Señor nuestro.


ORACIÓN DE LOS FIELES


1. Por quienes acabamos de recibir el Sacramento de la Confirmación: para que el Don de Espíritu Santo que nos ha hecho miembros más perfectos del pueblo de Dios nos arraigue en la Fe y nos haga crecer en el Amor, y así demos con nuestra vida testimonio de Jesucristo. Roguemos al Señor.

2. Por nuestros padres y padrinos: para que con su palabra y ejemplo nos ayuden a seguir a Cristo y a ser fieles a la fe. Roguemos al Señor.

3. Por la Santa Iglesia de Dios: para que, congrega­da por el Espíritu Santo en la confesión de una misma Fe, crezca en el Amor y se dilate por el mundo entero hasta el día de la venida de Cristo, bajo la guía de nuestro padre el Papa ..., de nuestro Obispo ..., que preside esta celebración, y de todos los obispos de la Iglesia. Roguemos al Señor.

4. Por los hombres de todos los pueblos y de todas las razas, hijos de un único Padre y Creador: para que se reconozcan mutuamente hermanos y tra­bajen por la llegada del Reino de Dios, que es paz y gozo en el Espíritu Santo. Roguemos al Señor.


RITO ESENCIAL DEL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN


Presentación

Se acercan al Obispo las personas que van a recibir la Confirmación, una tras otra, cada cual acompa­ñada de su padrino, que va a su izquierda. Al llegar ante el Obispo, el padrino le pone la mano sobre el hombro y lo presenta al Obispo diciendo su nombre; el nombre puede decirlo también la persona que se va a confirmar.

Crismación

El Obispo moja el dedo pulgar de su mano derecha con el Santo Crisma, y con ese dedo hace la señal de la cruz sobre la frente de la persona que se confir­ma, diciendo:

V/. N, recibe por esta señal el don del Espíritu Santo

R/. Amén.

V/. La paz sea contigo

R/. Y con tu espíritu.


MISA DE DESPEDIDA DEL ÚLTIMO CURSO


ORACIÓN DE LOS FIELES


Oremos a nuestro Padre Dios, Creador y Salvador nuestro, en este día de acción de gracias.

1. Por el Santo Padre ... y por nuestro Obispo ...: para que el amor a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo se refleje en nuestro cariño por el Papa, en la petición por sus intenciones y en la fidelidad a sus enseñanzas. Roguemos al Señor.

2. Por esta Promoción que sale del Colegio: para que, durante el curso de nuestra vida, en la ale­gría y en el dolor, en la buena suerte y en las contrariedades, en la salud y en la enfermedad, siempre veamos la mano de Nuestro Padre Dios, que nos guía al desprendimiento del corazón de las cosas de este tiempo, y nos llama a la vida felicísima que no cambia y no termina. Roguemos al Señor.

3. Por nuestras familias y por todas las personas, que han contribuido a nuestra formación humana y sobrenatural a lo largo de estos años en el Colegio: para que Dios les asista y fortalezca en su empeño. Roguemos al Señor.

4. Por el tiempo futuro que ahora se abre ante nosotros: para que nada nos obstaculice la pre­sencia de Dios y el deseo de hacer siempre su voluntad. Roguemos al Señor.

5. Para que la devoción a María, la Virgen, sea siempre garantía de nuestro buen caminar. Roguemos al Señor.

Dios Todopoderoso y Eterno, por la intercesión de Santa María, concédenos que tengamos un buen viaje por esta vida, que Jesús esté en nuestro cami­no y sus Angeles nos acompañen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.


ORACIÓN A LA VIRGEN


¡Oh Madre nuestra! Han sido muchos e inolvidables los momentos junto a Ti, bajo tu protección: nuestro primer día en el Colegio, las primeras amistades, la primera Confesión, la Primera Comunión, nuestra Confirmación, adversidades, disgustos y alegrías... ¡Tantos recuerdos! Ahora, al despedirnos, con toda confianza te pedimos:

- Que jamás nos apartemos de Ti.

- Que acudamos a Ti continuamente.

- Que nos cuides y nos guíes en la vida.
Virgen del Colegio, recuérdanos siempre, en la pre­sencia de tu Hijo. Así sea.