miércoles, 8 de agosto de 2007

EPÍLOGO

Salen a la luz estas páginas en 1995, año en el que la mujer va a tener un marcado protagonismo.

Van dedicadas a nuestras madres, las primeras catequistas que nos enseñaron a amar a Dios y a lla­marle Padre nuestro.

Y son un regalo ofrecido a la bendita entre todas, a la Madre de Dios y Madre Nuestra, a la que enseñó a rezar -¡asómbrate!- al Hijo de Dios hecho Hombre.


Granada, 1 de enero de 1995

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios

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